martes, 2 de febrero de 2016

"Déjame pensar" de Vicky Fernández





           Déjame pensar, déjame respirar, déjame equivocarme. No soporto  por más tiempo que me controles, que me vigiles cada minuto del día y de la noche, que me conviertas en un ser inútil, torpe y lleno de rabia. Jamás había sentido rencor hacia  alguien y ahora siento  un  gran odio hacia ti. Dónde está aquel hombre amoroso, que me colmaba de regalos y me hacía sentir la mujer más feliz  y  maravillosa del planeta
         Déjame suspirar, déjame descansar, déjame ser yo misma. De qué   vas a privarme más, ya no tengo amigos, he cortado el contacto con mi familia y me has robado paulatinamente todo  lo que me hacía algo feliz.
         Déjame  reír, déjame cantar, déjame  bailar. No  descargues en mí tu inmadurez, tu inseguridad, tus frustraciones o tu violencia. ¿Es que soy acaso culpable de tu pasado o de  tus traumas sin resolver? No soy de tu propiedad, no soy tuya por más que me lo repitas hasta la saciedad. No eres más hombre  porque tengas más fuerza que yo o  porque grites más alto.
           Aún no me has roto ningún hueso, ni puesto morado un ojo, ni me has amenazado con un arma. Pero me hacen daño tus amenazas, tus celos infundados, tu manipulación en insultos cada vez que hago algo con lo que no estás conforme o no te cuadra ese día alguna acción o palabra mía.
           Cómo denunciar al hombre que es tan agradable y simpático con los vecinos, con sus compañeros  y con todos los que se cruzan por la calle. Nadie me creería puesto que eres un exitoso abogado. Lo primero que busca la policía son marcas en el cuerpo, pruebas de maltrato físico, y tú sabes  hacérmelas mejor que nadie anulándome como persona.
             Cuándo tendré la fuerza para decirte a la cara todo lo que ahora estoy escribiendo en este cuaderno a escondidas mientras trabajas en tu elegante despacho. El tiempo se me va, no avanzo, me estanco. Al menos aún  sigo viva.
                    ¡Déjame respirar, déjame vivir!
  

                 VICKY FERNÁNDEZ